AÑO: 2013
PROMOTOR: CIUDAD DE HELSINKI
EMPLAZAMIENTO: THE KAMPPI-TÖÖLÖNLAHTI AREA.
COLABORADORES: Javier Mozas (co-autor), Ainhoa del Río, Olatz Iñigo, revirtualiza
MEMORIA:
Una biblioteca es un espacio físico donde los ciudadanos hacen suya una información que proviene de múltiples fuentes y que adopta formas mutantes.
La información puede estar dotada de apariencia física o, por el contrario, ser un contenido inmaterial.
Actualmente, ante el acto libre, ubicuo e individualizado del acceso generalizado a la información, una biblioteca debe ofrecer, además del acceso a la información, actividades y soporte especializado para que se produzcan unas sinergias culturales colectivas y el enriquecimiento personal de los ciudadanos.
En este momento, en que el conocimiento proviene tanto de fuentes materiales, como espirituales; de objetos físicos, como de contenidos digitales, de libros, como de bites, esta dualidad cada vez se está acentuando más y crea divergencias entre generaciones y niveles educativos, que muchas veces son irreconciliables.
La biblioteca es el último reducto donde todavía se permite el acceso y donde la obtención de información es gratuita. Sin embargo, no tiene el carácter de un espacio público, ni tampoco las restricciones que caracterizan a lo privado, por eso se incluye en lo que se denomina el Tercer Espacio.
En una biblioteca, no existe el beneficio comercial en las transacciones de conocimientos. Es un equipamiento que persigue la formación y el perfeccionamiento cultural de los ciudadanos de una manera desinteresada.
La verticalidad se asocia con el concepto del Monolito, cuya aparición supone un salto en la evolución. Esta forma erguida manifiesta claramente su superioridad urbana, y su presencia destacada se hace tangible por su abstracción volumétrica. El Monolito es una “máquina” de geometría perfecta producida por una inteligencia superior, que va apareciendo en distintos emplazamientos, marcando momentos clave de la evolución humana y que representa la indestructible capacidad de conocimiento concentrada en un prisma perfecto de aristas perfiladas.
Las bibliotecas deben mostrar, de manera orgullosa, a las ciudades la importancia de su misión, su responsabilidad social y su valor para la comunidad. Deben ser los nuevos faros, los nuevos campanarios de la cultura contemporánea.
La Biblioteca Central de Helsinki apuesta por el carácter vertical del conocimiento, adoptando la formalización de dos volúmenes fácilmente identificables en el perfil de la ciudad, que representan estos dos universos separados del conocimiento. Uno de ellos está formado por planos superpuestos situados a alturas variables, el otro por una espiral continua, con la misma pendiente y con el mismo ritmo.